Cultura Financiera - 17 de junio 2021
Lograste llegar a mitad de año, pero ¿estás lleno de deudas?
Si esto es así, entonces tus finanzas no van por buen camino. Tranquilo, no necesitas más pánico del que ya tienes, sino soluciones concretas. Una de ellas es un “plan de pago para reducir deudas” que, en pocas palabras, es un instrumento que permite pagar esas obligaciones pendientes durante cierto periodo hasta acabar con ellas.
Para poder lograrlo es necesario tener mucha constancia y disciplina. Sin embargo, antes de realizarlo es necesario considerar los siguientes puntos: tus ingresos, tu flujo de efectivo y tus gastos.
Con esta información podrás realizar un presupuesto, en el que se establezca el margen de maniobra para esas deudas, que pueden ser desde hipotecas, créditos personales o de autos, atrasos en tarjetas bancarias, tiendas departamentales e incluso tributarias.
Después de tener tu presupuesto listo y en orden, es momento de pasar a la acción: ¿Cómo lo vas a logar? Primero, debes identificar a quién y cuánto debes. En segundo lugar, llamar a los acreedores para negociar con dos objetivos en mente:
Disminuir la tasa aplicada a tu deuda o que por lo menos se congele
Proponer un cronograma de pago ajustado que sea compatible con la capacidad del presupuesto
Por último, debes comenzar a priorizar el pago de deudas, tomando en cuenta las que tengan una tasa de interés más alta. Las deudas con mayor monto o tasa de interés son las que deberás atacar primero.
Sabemos que lo que más te importa es terminar con ellas, pero debes tener en cuenta que la única forma rápida de hacerlo es empleando tus ahorros. Sin embargo, si ya tienes un plan de pago, cúmplelo y lograrás tu meta. No olvides que la principal ventaja de los planes de pago es llegar a un acuerdo con la institución que otorgó el crédito y evitar un quebranto, además de que permiten pagar la deuda en un periodo determinado.
Aunque hayas tenido problemas con tus deudas en esta ocasión, no significa que los tendrás de forma recurrente. Recuerda que el 30% de nuestros ingresos son un porcentaje sano de deuda, ya que es un porcentaje manejable y que en muchas ocasiones nos permite financiar algunos de nuestros bienes, sobre todo los duraderos.
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